Intoxicada y despreocupada, me entrego a mi fetiche por comer y beber

Ahogándome en bebidas, me pierdo en un mundo de indulgencia fetichista. Comiendo y bebiendo cualquier cosa, en cualquier lugar, con un estilo exhibicionista sin disculpas. Una puta borracha, deslumbrante y libre.

Como el licor recorría mis venas, me vi superado con un antojo salvaje.No cualquier hambre, sino un fetiche que solo el alcohol podía alimentar.Me convertí en una comedora insaciable, devorando todo a la vista, ajeno al mundo que me rodeaba.Pero esto no se trataba solo de consumo; se trataba de exhibición.Desnudándome hasta mi piel desnuda, alardeé mis curvas a cualquiera que se atreviera lo suficiente a mirar.La emoción de ser visto solo agudizó mi deseo, llevándome a nuevas alturas de desenfreno.Y cuando la comida desapareció, di vuelta a la botella más cercana de whisky, derramándola como una verdadera ramera.Pero incluso eso no fue suficiente.Mi fetiche por la orina, un sabor tan salvaje como mi bebida, se apoderó.Lo dejé fluir, abarcando el placer crudo y primario de todo.Esta no era noche ordinaria; era una celebración de mis deseos más depravados, una noche de pasión desenfrenada y placer sin disculpas.